Raudales de Yurupari, destino turístico en Vaupés
Ubicado
a siete horas en lancha, arriba de mitú. “Soberbio escalón rocoso de
cinco a seis metros de altura que rompe totalmente la corriente del río
de orilla a orilla... la pesca es abundante pues los peces que remontan
el río son detenidos por el escalón aunque algunos logran pasar y el
espectáculo que ofrece al realizar esta hazaña es memorable”.
Posee una gran variedad de figuras grabadas en las piedras que tienen significados especiales sobre los indígenas que allí surgieron cuando se transformaron de pescados a humanos.
Hay una serie de laberintos creados por los diferentes grupos que en algún momento se asentaron en la zona; como por ejemplo el laberinto subterráneo de Las Cachiveras, donde se encuentran oro y diamantes, que según las creencias propias del indígena no deben ser extraídos, aunque muchos extranjeros se han aprovechado de la inocencia de los indígenas y hayan realizado algunas extracciones.
Este raudal es muy rico en pesca y en diferentes épocas hay abundancia de peces, como la subienda de sardinas, balentón, bagres, guaracú, pacu y cuyucuyu, entre otros.
Posee una gran variedad de figuras grabadas en las piedras que tienen significados especiales sobre los indígenas que allí surgieron cuando se transformaron de pescados a humanos.
Hay una serie de laberintos creados por los diferentes grupos que en algún momento se asentaron en la zona; como por ejemplo el laberinto subterráneo de Las Cachiveras, donde se encuentran oro y diamantes, que según las creencias propias del indígena no deben ser extraídos, aunque muchos extranjeros se han aprovechado de la inocencia de los indígenas y hayan realizado algunas extracciones.
Este raudal es muy rico en pesca y en diferentes épocas hay abundancia de peces, como la subienda de sardinas, balentón, bagres, guaracú, pacu y cuyucuyu, entre otros.
La
fiesta de Yuruparí se celebra una vez al año. Las mujeres no pueden ir.
Y pocos blancos han tenido la fortuna de hacerlo. Pero primero se pasa
por Mitú, luego por el Vaupés hasta Yavaraté, Mandí, Circasia…
Expedición.
Un día
el Sol tuvo amores con su hija en la profundidad de la selva. Pero hubo
un testigo, el insecto "ruegadiós", que luego se convirtió en hombre y
con su flauta comenzó a pregonar por la selva el incesto del astro rey.
Una vez al año se celebra la fiesta del Yuruparí que recuerda este amor
prohibido. Las mujeres no pueden asistir, y si alguna lo hace una
maldición recaerá sobre ella.
Los blancos que han tenido la fortuna de estar presentes recuerdan, con la piel erizada, el l
úgubre
sonido de la flauta, como si proviniera de un tétrico más allá y
resumiera todo el dolor irredento de la selva. El mismo río Vaupés se
unió a la tragedia del sol y se quebró en un escalón de cinco metros de
altura que lo corta en toda su anchura: es el raudal de Yuruparí o del
Diablo.
Había
que visitarlo. Era, pues, un viaje, una peregrinación hacia el
misterio. Quizás en él, en el misterio, resida mi amor por las montañas y
la selva. Años ha, unos espiritistas de Colombia me dijeron, luego de
una extraña sesión, que soy la reencarnación de un monje solitario que vivió en los bosques de la India en el siglo VIII (después
de Cristo; no puede ser antes, no vengo desde tan lejos). Recibí su
declaración con sonrisa compasiva. Así marcharon las cosas hasta que en
un "lamasterio" de Nepal, a la vista de los Himalayas, los lamas, luego
de ver caminar dulcemente a un escorpión por mi mano y, tras prolongada
meditación, me dijeron que soy la reencarnación de un monje solitario
que vivió en los bosques de la India en el siglo VIII. Me dejaron preocupado y sigo estándolo.
El avión
aterriza casi en las propias calles de Mitú. Milcíades Borrero nos
había invitado al Vaupés y nosotros teníamos la mira puesta en Yuruparí.
La capital de la ex comisaría es la más bella ciudad de la selva. La
arquitectura de sus casas de madera, y la única normal indígena de
Colombia, es de impecable factura. Vaupés posee el mayor porcentaje de
población indígena del país. Mitú es una sorpresa en la selva. La mejor
infraestructura sanitaria, hasta ahora, de los Territorios Nacionales la
posee Vaupés; el médico Álvaro Gallego Marulanda, quien está al frente
de ella, nos colaboraría en el viaje; también Alcibiades Calvo, primer
gobernador del nuevo departamento.
Y nos sumergimos en la magia del río.
Desde Mitú hasta Yavaraté, donde el Vaupés tuerce a la izquierda para
adentrarse en el Brasil, con la mira puesta en el lejano Amazonas, el
río se quiebra en cuarenta raudales. Es la mayor cantidad de cachiveras
en la selva. La navegación es tediosa para los nativos y colonos; para
los viajeros y expedicionarios es una experiencia inolvidable y única.
En Yavaraté, Clemente Silva, "el brújulo" de la Vorágine, "enterró el
cadáver de su querido hijo Lucianlto". Pero nosotros no vamos aguas
abajo, sino hacia arriba. Henry Galán es nuestro motorista al frente, en
realidad atrás, de un motor de 55 caballos. En proa viajo yo. No hablo,
no hablamos casi. Hemos aprendido a no oír el ruido del motor, y los
sentidos sirven ahora al paisaje y a las realidades interiores que la selva desempolva y revuelve.
Remontamos, sin descender de la lancha, los raudales de Mirití
y Yuruparí - Mirí. Pero el de Yacayacá estaba furioso y debimos salir a
tierra, mientras el motorista solo en su lancha saltaba con ella sobre
las olas. "Es por precaución con los señores", nos dijo. En Mandí es
forzoso bajar, mientras Henry sortea los escollos. El pueblo es hermoso
la maloca, la iglesia, las casas parecen de pesebre, bien pintadas.
Continuamos. En algunas partes se nota la despiadada destrucción de la
selva en las márgenes. ¿Que si queremos visitar el Caño Circasia? Para
nosotros, los nacidos en el Quindío, la palabra Circasia nos es
familiar: bello municipio a 15 kilómetros de Armenia, donde correteamos
fincas en nuestra niñez. Pero no, es Circasia en el Vaupés.
